Conexión Cinvestav / domingo, 29 de diciembre de 2019 / Categorías: Cinvestav en la Prensa Analizan la exposición de poblaciones rurales a la enfermedad de Chagas La enfermedad de Chagas es trasmitida al humano por insectos de la subfamilia Triatominae (conocidos como chinches) infectados con el parásito Trypanosoma cruzi, un patógeno endémico del continente americano. Se ha identificado que las principales zonas afectadas son las rurales porque las actividades cotidianas de sus poblaciones aumentan su exposición al vector transmisor y además tienen acceso limitado a un diagnóstico temprano y a tratamiento médico. Carlos Ibarra Cerdeña, investigador del Cinvestav Unidad Mérida, se ha enfocado en estudiar las interacciones entre los vectores que trasmiten el parásito (como la chinche besucona), los mamíferos silvestres o domésticos que actúan como reservorios del parásito y las prácticas socioculturales de algunas comunidades de la Península de Yucatán. El objetivo del estudio es conocer la magnitud del riesgo en la que están las comunidades indígenas mayas y sus factores más importantes, con el fin de diseñar estrategias de control eficaces para eliminar algunos de los componentes (de exposición y vulnerabilidad), que influyen en la epidemiología de la enfermedad de Chagas. El investigador ha encontrado que los campesinos de las áreas rurales de Yucatán están expuestos a la picadura de los insectos infectados con Trypanosoma cruzi, al cazar, recolectar leña o cuidar sus parcelas durante la noche. Información útil en el desarrollo de medidas de prevención, mismas que pueden aplicarse a otras poblaciones rurales del país, señaló. El insecto, que puede alimentarse de la sangre de mamíferos silvestres o domésticos, también se alimenta del humano y mientras lo hace deposita sus heces; en ellas se aloja el parásito. La picadura genera una reacción alérgica y al rascarse, en la piel del afectado, se producen laceraciones, de esta manera el patógeno puede entrar al organismo. Aunque los habitantes de las comunidades mayas conocen a los vectores y su conducta, desconocen el riesgo provocado por el contacto con los insectos, ya que no tienen información de la presencia del parásito y las consecuencias de la infección; por lo tanto, es necesario educar a las poblaciones acerca del peligro que conllevan las picaduras de las chinches, en especial porque la enfermedad de Chagas es crónica y sus síntomas más graves (daño en el aparato digestivo, insuficiencia cardiaca que puede desembocar en la muerte), se manifiestan después de 20 o 30 años a partir del contagio, dijo Ibarra Cerdeña. Acerca de su metodología, el investigador integra diferentes aproximaciones para la generación de datos, ya sea realizando experimentos conductuales de los insectos, estudios de las poblaciones de reservorios silvestres, de la dinámica de infección natural en vectores y mamíferos, y estudios cualitativos con los pobladores a partir de entrevistas o cuestionarios. Esto último para conocer si sus actividades están relacionadas con el uso de la selva o de los sitios agrícolas, de modo que es posible establecer el grado de exposición a las picaduras de la llamada chinche besucona o “pic”, como se le conoce en Yucatán. A fin de complementar esta información también trabaja en identificar los patrones de distribución de los parásitos en diferentes ambientes. Para ello el integrante del Sistema Nacional de Investigadores mapea la ubicación actual de los vectores, y utilizando algoritmos computacionales puede pronosticar en dónde estarán éstos o el parásito en caso de cambios ambientales, por ejemplo, ante escenarios de cambio climático. Lo anterior porque, a futuro, los vectores (en este caso las chinches) podrían aumentar su distribución hacia el norte o a zonas que eran frías y en donde anteriormente no sobrevivían; lo que se puede traducir en el incremento de la frecuencia de transmisión del parásito. Los modelos de distribución de Ibarra Cerdeña se basan en los datos de las coordenadas en las cuales se han colectado los parásitos o los animales infectados. Con esta información también se pueden estudiar las relaciones entre los individuos contagiados (entre ellos roedores, perros, gatos, murciélagos) con las condiciones climáticas que le permiten a su especie obtener sus recursos y sobrevivir en ese ambiente. Esto es relevante porque existen reportes de por lo menos 180 especies de mamíferos en los cuales se ha registrado la presencia de Trypanosoma cruzi. Así, a partir de conocer mejor esta enfermedad y sus variables (parásito, vectores, reservorios y ambientes), es posible establecer estrategias para controlar la trasmisión, finalizó Ibarra Cerdeña. Print 3758