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Analizan parásitos de mosquitos que transmiten paludismo

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El paludismo o malaria es la enfermedad parasitaria más importante del mundo por la cantidad de casos y muertes que provoca, de acuerdo con la OMS en 2020 provocó 241 millones de casos y 627 mil defunciones. La enfermedad es causada por un protozoario del género Plasmodium, organismo unicelular, parásito estricto que no puede vivir libre en el ambiente, excepto en periodos muy cortos de tiempo y está siempre dentro de las células de un huésped.

En el Día Mundial Contra el Paludismo, celebrado el 25 de abril,  Fidel de la Cruz Hernández Hernández,  investigador del Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular del Cinvestav, explicó que “existen muchas especies de Plasmodium que afectan a diversos animales, pero al  humano lo infectan un número limitado de especies: P. falciparum, la más frecuente y peligrosa porque puede causar la muerte; P. vivax, la cual puede quedarse en el organismo por tiempos largos, causar recaídas y es la que existe en el país; las menos frecuentes son P. ovale, P. malariae y P. knowlesi, esta última reportada como en proceso de ser causa de enfermedad sólo en simios a afectar también al hombre”.

La malaria en el humano se transmite por el mosquito Anopheles spp. hembra (chupa sangre y la usa para la producción de huevos) y la propagación del parásito depende de su hábito para alimentarse; cuando un mosquito infectado pica, en la saliva del insecto van formas del parásito que son inyectadas en la persona y una vez dentro son capaces de viajar hasta el hígado, donde se desarrollan y se reproducen.

En alrededor de dos semanas, el parásito transmitido por el mosquito pasa del hígado al torrente sanguíneo, donde se introduce a los glóbulos rojos e inicia un ciclo: se reproduce, y cuando está listo rompe el eritrocito para salir a la circulación, con tiempo necesario para infectar un nuevo glóbulo, repitiendo el proceso. Por razones aún en estudio, algunos parásitos dentro de los glóbulos rojos inician una vía de desarrollo diferente y producen precursores de gametos, los cuales detienen su metabolismo hasta que llegan al interior del intestino del mosquito, donde terminan su reproducción sexual.

Cuando ocurre el ciclo eritrocítico aparecen los síntomas de la enfermedad que pueden ser muy severos, siendo el más notable la fiebre recurrente y en el caso de P. falciparum, puede causar consecuencias graves como la malaria cerebral, en la que se interrumpe la circulación sanguínea y puede causar la muerte.

En el intestino del mosquito se desarrollan distintas formas del parásito, primero se quedan en el epitelio, luego migran a sus glándulas salivales, donde esperan infectar a un nuevo individuo y cuando pican se transportan en la saliva al nuevo huésped; el tiempo desde que el mosquito adquiere los parásitos hasta cuando es capaz de infectar a otro huésped, es de alrededor de dos semanas.

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Durante el ciclo de vida del parásito se realiza una secuencia de cambios que le permiten invadir a nuevos tipos celulares; en el humano hígado y eritrocito, en el mosquito invaden el epitelio intestinal y las glándulas salivales. Estos cambios se encuentran regulados molecularmente, no todos están bien descritos, ni comprendidos; se ha visto que los medicamentos antimaláricos interfieren con alguno de esos procesos.

Fidel de la Cruz analiza las moléculas del parásito que regulan estos cambios de fase. “Estamos alerta a descubrir cuáles sustancias podrían ser usadas para interferir con el desarrollo normal del parásito en el humano y, de manera paralela, se analizan en los mosquitos los mecanismos de defensa contra infecciones, y se busca aprovechar ese conocimiento para interferir con el desarrollo de los patógenos”.

De la Cruz Hernández, miembro de un grupo de investigación que colabora con el Instituto de Salud Pública de México y la Universidad de California-Irvine, señaló que en las poblaciones de parásitos, como parte del proceso normal de evolución, van apareciendo organismos con variantes antigénicas y resistentes a los medicamentos, por ello la búsqueda de nuevos productos para su combate es un proceso sin fin.

La investigación de los mecanismos de inmunidad de los insectos realizada en los últimos años aún es poco comprendida, pero en la actualidad se buscan alternativas para utilizarlos en el combate de los parásitos. Por esta razón, otra línea de estudio explora la posibilidad de usar estrategias genéticas para interferir con la reproducción de los mosquitos; estos métodos tienen la ventaja de no usar pesticidas, por lo cual serían menos nocivas para el ambiente, en contraste con el uso de insecticidas químicos empleados en las campañas de control, señaló Fidel de la Cruz Hernández.

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