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Aportan nuevos datos acerca del dolor neuropático

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El dolor en general cumple una función de alarma, le avisa al organismo de la existencia de un estímulo nocivo, una lesión o enfermedad. Pero en el caso del de tipo neuropático, por la hipersensibilidad que produce frente a situaciones que no deberían ser dolorosas, es considerado una patología.

Las señales neuronales, capaces de controlar las sensaciones y procesar la información en el cerebro, dependen de la corriente eléctrica que se genera en el cuerpo con el movimiento, a través de diversos canales, de iones inorgánicos, (sodio, potasio, calcio y cloruro).

Ante lesiones en el sistema nervioso se genera un desbalance en la activación-inactivación y en la expresión (cantidad de iones) de estos canales en el sitio en donde se encuentra el daño, explicó Guadalupe García Pérez, egresada del Departamento de Farmacobiología del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav).

Lo anterior conlleva a una mayor sensibilidad de los estímulos externos por parte del organismo y se produce una sensación punzante y quemante, síntoma característico de las personas con dolor neuropático.

Así, como parte de su tesis doctoral, la investigadora evaluó el papel de dos canales iónicos de cloruro, Anoctamina-1 y Bestrofina-1, de los cuales se ha documentado participan en este tipo de dolor.

Entre los principales resultados del trabajo de García Pérez está que si bien el dolor neuropático es resultado del daño en alguna estructura del sistema nervioso, como en la médula espinal o en los nervios periféricos, la activación de Anoctamina-1 y Bestrofina-1 dependen del tipo de lesión.

De acuerdo con los datos de la ganadora del Premio Arturo Rosenblueth 2019 en el área de Ciencias Biológicas y de la Salud, Bestrofina-1, un canal de cloruro poco estudiado y del que se creía no tenía un papel relevante en el dolor neuropático, es protagónico cuando el daño en el sistema nervioso es grave, tal es el caso de si los nervios espinales están cortados.

Lo anterior es significativo porque Bestrofina-1 podría ser un blanco terapéutico y conducir, una vez se tenga más información sobre él, al desarrollo de analgésicos eficaces en el tratamiento de dicho dolor. 

Con el fin de evaluar la participación de los canales de cloruro en el proceso de dolor neuropático, Guadalupe García usó dos modelos animales, en uno de ellos los nervios espinales de la región lumbar, que permiten el movimiento y las sensaciones de las extremidades inferiores, tenían un daño moderado (ligados). En el otro, los nervios espinales presentaban una lesión mayor (seccionados).

Una parte de su trabajo consistió en evaluar la conducta de dolor en el modelo animal que formó parte del estudio. Posteriormente, a través de técnicas moleculares encontró que, en el caso de los nervios lumbares con daño moderado, la actividad y expresión de Anoctamina-1 incrementó temporalmente. Pero cuando la lesión del nervio espinal era mayor, no mostraba cambios.

Una vez con estos resultados, Guadalupe García decidió analizar qué pasaba con Bestrofina-1, y observó que, si el nervio estaba ligado, este canal no tenía una participación relevante; sin embargo, aumentaba su actividad y ésta se mantenía constante cuando el nervio estaba cortado.

“Entonces, si bien, ambos canales participan en la transmisión de las señales eléctricas hacia las áreas cerebrales encargadas de procesar la información dolorosa, presentan una actividad diferencial”, mencionó la investigadora.

Con la idea de entender mejor el papel de Bestrofina-1, otro aspecto que exploró fue aumentar la expresión de este canal en las neuronas encargadas de detectar estímulos potencialmente dolorosos y, así, simular el corte de los nervios espinales.

Después analizó la conducta de dolor en el modelo animal y a pesar de no haber lesión física, se presentaron síntomas de dolor neuropático. Esto sirvió para reforzar la idea de que Bestrofina-1 es un canal iónico con un papel importante en algunos casos de dolor neuropático.

Así, los resultados de esta investigación, dirigida por Janet Murbartián Aguilar del Departamento de Farmacología del Cinvestav, “son importantes porque no existen fármacos para bloquear específicamente a Bestrofina-1, de ahí también la necesidad de seguir investigando los mecanismos involucrados en su activación”, concluyó García Pérez.

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