Conexión Cinvestav / martes, 15 de septiembre de 2020 / Categorías: Boletin de prensa Busca Cinvestav mantener y mejorar productos de origen nacional En atención a su decreto de creación, el Cinvestav realiza investigación científica y tecnológica con el objetivo de contribuir a la solución de diversos problemas nacionales, por esta razón en el área genómica emprende estudios que analizan productos endémicos del país, como el maíz, aguacate, chile, agave, chía o ajolote, en busca de identificar su origen, mejorar cualidades o encontrar nuevas aplicaciones. Así, la Unidad de Genómica Avanzada (UGA-Langebio), anunció en 2007 el desciframiento del mapa genómico del maíz palomero, que marcó un hito para la ciencia del país; el proyecto encabezado por Luis Herrera Estrella detalló que contiene 53 mil genes e identificó a los involucrados en resistencia a enfermedades, sequía y eficiencia en aprovechar fertilizantes; se eligió esa especie por tener un genoma más pequeño, pero comparable a otros maíces con opción comercial. Sobre este grano, un trabajo de Jean Philippe Vielle Calzada, adscrito a la misma Unidad, realizado en colaboración con el INAH, estableció que la variedad Teocintle del Balsas, descubierto en el Valle de Tehuacán en la década de 1960, de cinco mil 300 años de antigüedad, dio origen a las especies domesticadas actuales presentando una baja variabilidad genética de genes codificantes para la respuesta ambiental. En un acontecimiento similar, un consorcio científico de 15 instituciones en el que participó Cinvestav, en 2019 dio a conocer el genoma del aguacate mexicano (P. americana var. drymifolia) y otras variedades como el guatemalteco, antillano y Hass, donde se pudo comprobar que este último tiene un componente genético de 39 por ciento del guatemalteco y el resto de la variedad mexicana. De acuerdo con Alfredo Herrera Estrella, quien participó en este trabajo, los resultados permitirán contar con una plataforma tecnológica de mejoramiento del cultivo, en particular la resistencia del árbol al ataque de patógenos, mejorar su calidad y mantener la competitividad de México como su principal exportador. La chía es un alimento de origen prehispánico y un análisis de los transcriptomas de diferentes variedades ubicó al estado de Michoacán como su posible centro de origen y domesticación. Con los resultados de estudios, propuestos por Octavio Paredes López y Angélica Cibrián Jaramillo, investigadores de la Unidad Irapuato y de la UGA, respectivamente, sería posible mejorar las propiedades nutracéuticas de este grano, rico en ácidos grasos y Omega 3; al identificar las características genéticas de sus distintas variedades también se podrían “reintroducir” en cultivos comerciales ciertos componentes que las especies silvestres retienen y así mejorar el producto. Otra investigación dirigida por Cibrián Jaramillo sobre el chile concluyó que la domesticación hecha por los humanos prácticamente apagó algunos genes del fruto. Con una cruza entre el chiltepín (silvestre) y el puya (domesticado) se observó que el primero hereda sus genes de manera dominante y el cultivado presenta una pérdida de función en los asociados a su forma; el estudio respondió por qué en tan poco tiempo de domesticación el pariente silvestre de la variedad Capsicum annuum glabriusculum, cuyos frutos son muy pequeños, dio lugar a más de 40 variedades en México. Además, un proyecto del Cinvestav Unidad Irapuato emprendido por Neftalí Ochoa Alejo, mediante ingeniería genética logró modificar algunos compuestos que suprimen las sustancias encargadas de generar picor en el chile serrano, sin modificar su sabor o aroma. El estudio se concentró en analizar los componentes del chile que se encuentran en las “venas” para formar los "capsaicinoides" responsables del picor, con esto se podría reducir el índice de enfermedades gástricas asociadas a su consumo. En otro proyecto de la misma Unidad, Mercedes López Pérez estudia al agave tequilana Weber variedad azul para obtener agavinas (tipo de fructano) que pueden ser usados como prebióticos y probióticos, ya que tienen un mejor rendimiento en reducción de peso y recuperación de la mocrobiota intestinal; producen mayor secreción de la hormona incretina, que controla el apetito y reduce la generación de grelina relacionada con el ansia de comer que podrían ayudar al control del peso, revirtiendo daños causados por la obesidad. En las culturas prehispánicas el ajolote mexicano (Ambystoma mexicanum) era considerado como un dios por su capacidad de reparar y reemplazar buena parte de sus órganos, tejidos, músculos, nervios y huesos después de una amputación, sin dejar ninguna cicatriz. Por esta razón, Alfredo Cruz Ramírez académico de la UGA, en colaboración con un grupo internacional descifraron su genoma. La información genómica del anfibio, con 32 mil millones de pares de bases, podría descubrir los fundamentos moleculares que intervienen en su regeneración, con el objetivo de aplicar ese conocimiento para posibles aplicaciones en humanos; entre los hallazgos su análisis se destaca la ausencia del gen pax3, vital para el desarrollo de la especie y en su lugar identificar el pax7, encargado de realizar esas funciones. Con estas líneas de investigación el Cinvestav aporta su experiencia científica e infraestructura con el propósito de mantener y mejorar productos de origen nacional. Artículo anterior Genes de chile domesticado generan nuevas conexiones para mantener su variación Siguiente artículo Cinvestav se suma a esfuerzos de restauración de arrecifes coralinos en América Latina Print 1437