Conexión Cinvestav / domingo, 3 de noviembre de 2019 / Categorías: Boletin de prensa Crean células mutantes para diseñar vacuna contra la amibiasis Al cierre de 2017, la Secretaría de Salud federal registró 220 mil 361 casos de amibiasis en el país; además, se estima que entre el 8 y 10 por ciento de la población ha tenido contacto con este parásito: Entamoeba histolytica, aunque existen fármacos para su tratamiento, éstos generan efectos secundarios negativos. En la búsqueda de un tratamiento alternativo, un grupo de investigación del Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular del Cinvestav, encabezado por Esther Orozco Orozco, ha creado mutantes de la amiba incapaces de adherirse al intestino para evitar que provoquen daño en los epitelios del órgano y así obtener una vacuna de uso humano y veterinario. “Identificamos un complejo formado por dos proteínas, una adhesina (EhADH) que le sirve a la amiba para pegarse a la célula blanco y una proteasa (EhCP112), parecida a la papaína que se usa como ablandador de carne con la cual el parásito “ablanda” los tejidos y separa una célula de otra; como está adherida ya no tiene dificultad para ingerirla. Hemos propuesto este complejo, como un candidato en el diseño de una vacuna”, sostuvo Esther Orozco. “Generamos amibas incapaces de fagocitar y adherirse a la célula blanco, con un planteamiento simple: si el parásito no se adhiere al intestino no puede dañarlo, porque sale con el flujo intestinal y con los movimientos peristálticos, entonces el trofozoíto que produce el daño se muere inmediatamente al no poder convertirse en quiste para resistir”, explicó Orozco Orozco. Los investigadores crearon amibas mutantes que no se adhieran al intestino y al compararlas con las normales o silvestres (quienes tienen con un proceso de adhesión más eficiente) observaron sus cualidades para ejecutar esta función, entonces identificaron las moléculas que no contienen las amibas mutantes que le permite pegarse al intestino y así identificaron su blanco de interés. Ya se han probado este complejo, desde su ADN hasta las proteínas, en animales de experimentación, como candidatos vacunales y han resultado eficientes en ofrecer protección contra la amibiasis. Desde hace tiempo ya se tienen las proteínas y genes que en los experimentos se ha observado pueden logar hasta un 85 por ciento de protección. Las proteínas y los genes inoculados en los animales, levantan una respuesta inmune que protege contra la amibiasis hepática. A decir de la investigadora, actualmente en México no existen condiciones para llevar este conocimiento hacia la vacuna comercial, porque, además, se deberían hacer más pruebas con el objetivo de comprobar si estas proteínas y los genes inyectados a los animales son inocuos a los humanos. “Para logar una vacuna haría falta hacer más pruebas y después buscar la manera de producirla en grandes cantidades, pero hacer eso en el país es muy complicado, nos solo con la propuesta de vacuna contra la amibiasis, sino con muchas otras cosas”, señaló Esther Orozco Orozco. De manera adicional, el grupo de investigación estudia la resistencia del parásito a los fármacos. Gracias al metronidazol y sus derivados en 20 años se ha reducido en poco más de la mitad los casos de amibiasis en el país, al curar relativamente rápido; sin embargo, este medicamento tiene efectos colaterales. Incluso se ha visto que a dosis altas es mutagénico, puede producir cáncer y genera mucho malestar en quienes lo toma, por ello, la necesidad de diseñar un método alternativo de control en la amibiasis. “Todos los seres vivos protozoarios y bacterias son capaces de generar resistencia a sustancias dañinas o mortales, esa ha sido su manera de evolucionar y de sobrevivir; por ello estudiamos cuáles son los mecanismos de la amiba en su lucha por resistir a los fármacos”, sostuvo Esther Orozco. En el análisis por entender la resistencia de la amiba a los fármacos, los investigadores encontraron en el parásito una especie de canal en la superficie (parecido al de células humanas) que aumenta y se sobreexpresa como sucede en las células cancerosas, entonces, cuando la célula o el trofozoíto siente algún daño lanza una señal hasta el genoma para indicar una sobreproducción de esos canales. Los genes se empiezan a sobreexpresar y producen una mayor cantidad de proteína, que se ubica en la membrana plasmática, para funcionar como una bomba con la función de sacar el fármaco de la célula y así evitar el daño; “estudiamos eso en la amiba, por ello aislamos los cinco o seis genes responsables del evento, localizamos la proteína y mostramos su función”, aseguró la investigadora. Entender ese mecanismo permitirá a los investigadores diseñar procedimientos o herramientas que permitan mayor eficiencia de los fármacos en la prevención del absceso hepático amibiano en animales. Artículo anterior Cómo se descifró el genoma del aguacate Siguiente artículo Contribución de mujeres en la tabla periódica Print 5908