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Criptomonedas: revolución del dinero

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Por Efrén Díaz Millán

Asesor científico: Francisco Rodríguez Henríquez, investigador del Departamento de Computación del Cinvestav

Durante los últimos días del 2021 el Banco de México a través de sus redes sociales, informó que hacia el 2024 tendrá en circulación una moneda digital propia, por considerar de suma importancia estas nuevas tecnologías y la infraestructura de pagos de última generación como opciones de gran valor para avanzar en la inclusión financiera del país.

Las criptomonedas son activos digitales, que se guardan en una red descentralizada, son un concepto relativamente nuevo con antecedentes en la década de los 80 del siglo pasado con el llamado dinero digital; combinan lo mejor de dos paradigmas del dinero: el efectivo, existente desde el siglo IX, como moneda cuyo propósito son intercambiar bienes, medir esos bienes y como un depósito de valor o ahorro.

El segundo se refiere al dinero plástico, tarjetas de crédito o débito, donde se debe precisar la autentificación del usuario, comprobando quién es la persona que realiza la transacción y genera evidencia con un registro de hora, día y lugar; el efectivo no deja evidencia, no se puede usar en grandes cantidades, si lo hurtan se pierde y su empleo es de uso personal; entonces el dinero digital combina los dos conceptos: mantiene el anonimato del efectivo, pero también se puede usar a la manera de una tarjeta de crédito.

Desde un punto de vista técnico, la principal dificultad de las criptomonedas fue la posibilidad de que al recibirlas en dispositivos electrónicos, se pudieran aumentar con técnicas de copiado (copy-paste o copiar y pegar), es decir, en vez de recibir cien se buscara obtener un millón, esto se prevenía incluyendo un número de serie, con el inconveniente de comprometer seriamente el anonimato; también podía suceder que alguien usara la misma moneda en dos lugares, provocando el problema conocido como doble gasto, es decir, que un usuario utilice maliciosamente una misma moneda para comprar dos productos diferentes.

En octubre de 2008 Satoshi Nakamoto, del cual no se sabe si es un individuo, un grupo de personas o una corporación internacional, propuso en un blog criptográfico la creación de la primera moneda digital denominada Bitcoin. Para enero de 2009 su primera versión comenzó a operar y revolucionó el paradigma del dinero electrónico; actualmente existen más de diez mil criptomonedas, 200 consideradas como las más importantes por su capitalización de mercado, con un valor conjunto cercano a los dos billones de dólares.

La idea para validar el bitcoin y hacerlo funcionar como moneda digital fue pedir a los usuarios crear una base de datos global llamada blockchain que escrutara todas las transacciones de compra o venta y evitar trampas; es una cadena de bloques que almacena, con el consenso de millones de nodos en una red informática internacional, la información avalada, la cual se protege de cambios posteriores por medio de mecanismos criptográficos.

La cadena de bloques es una estructura de datos descentralizada que permite llevar una bitácora común de las transacciones realizadas con una criptomoneda. La concebida por Nakamoto y modelo de otras, nombró mineros a las entidades informáticas que revisan las transacciones del bitcoin realizadas en los últimos 10 minutos, quienes además deben resolver un acertijo digital para localizar un número, por un pago de 6.25 bitcoins, su objetivo es la revisión de otros mineros para encontrar algún error, si no lo encuentran, ese bloque se puede subir a la cadena de bloques.

Las criptomonedas representan el triunfo del cómputo distribuido, porque se respaldan, validan o revisan minuciosamente por su comunidad y el protocolo informático que impide la modificación maliciosa de las transacciones. En el futuro podrían sustituir el dinero en efectivo o el de plástico; sus retos científicos son el diseño de nuevos protocolos, más eficientes, seguros y rápidos, los cuales requieren investigación en algoritmos, criptografía y teoría de redes o de juegos.

El valor de las criptomonedas lo determina la compra o venta y es la primera vez en la civilización que una moneda no la respalda un reino, gobierno, república o nación, detrás de ellas no hay una compañía, funcionarios o empleados; son transacciones comerciales donde sus mineros compiten para ganar el derecho a colocar el siguiente bloque por una recompensa; es algo inaudito porque la moneda es un activo importante de los países y un símbolo de soberanía, como el dólar de Estados Unidos o el peso en México.

Las criptomonedas presentan una alta volatilidad fomentada por entidades especulativas que ponen en el mercado muchas con el fin de bajar su precio para luego comprar y revender a mayor costo; por ejemplo, en 2017 el bitcoin alcanzó un valor de casi 20 mil dólares, dos meses después bajó a 7 mil y al inicio de la pandemia se desplomó a tres mil 500, pero en mayo de 2021 se cotizó en casi 65 mil dólares; su valor depende del interés de la comunidad, cuanto más genere mayor será su apreciación, y cuando es menor, disminuye.

El principal problema de seguridad en las criptomonedas es similar al del dinero en efectivo: para afirmar que es propiedad de una persona no requiere de una protección o firma, quien dice poseer una cantidad debe tener algo que, en criptografía, se conoce como llave privada, ésta solo la conoce el dueño, es un número próximo a los 78 dígitos decimales, la cual se debe proteger en la computadora personal, aunque también se puede guardar en hardware o casas de cambio digitales. 

Si un hacker entra en la computadora que resguarda la llave privada de una criptomoneda y la hurta, ésta pasa a manos del ladrón; su principal riesgo de seguridad es la mala protección del usuario. Las matemáticas mediante la criptografía garantizan que el dueño de una moneda virtual sea el único capaz de hacer operaciones con ella, sin embargo, no pueden proteger ante ataques como phishing (engañar para que comparta información confidencial).

Actualmente, la mayoría de los sistemas de seguridad de las criptomonedas son confiables, su principal amenaza sería la llegada del cómputo cuántico porque perjudicaría a 90 por ciento de ellos, pero ya se están preparando para ese momento y se empieza a desarrollar criptografía post-cuántica, capaz de resistir ataques informáticos lanzados desde hipotéticos artefactos cuánticos.

La propuesta de Satoshi Nakamoto dispuso crear 21 millones de bitcoins y en 12 años se han acuñado 18.5 millones. En todas las criptomonedas hay figuras conocidas como Ballenas, las cuales corresponden a personas que adquirieron muchas cuando valía poco, pero al paso del tiempo aumentaron de precio hasta representar una fortuna. El bitcoin tiene cerca de 30 ballenas y cuando una de ellas quiere sacudir el mercado vende o compra muchas en un determinado tiempo ya sea para subir o bajar su precio.

Ante la acción de las ballenas, el plancton, usuario menor, se espanta y vende sus criptomonedas para evitar pérdidas; después de provocar la caída del precio, por la mayor oferta, se genera una tendencia a subir y este proceso genera mucha volatilidad. Resulta poco seguro invertir en este tipo de monedas por su alto riesgo, por eso mismo se pueden obtener grandes ganancias o pérdidas.

Cualquier persona u organización puede crear una moneda virtual, algunas se lanzan con propósitos nobles como las desarrolladas en torno a un producto, asociación o gremio y ante su competencia con la moneda fiduciaria de los gobiernos algunos países manifiestan interés por crear su propia criptomoneda; en China se habló del Yuan digital para sustituir el efectivo y Venezuela propuso pagar su petróleo con una llamada Petro, pero estas ideas no se han concretado.

Lanzar una criptomoneda implica garantizar su seguridad, donde su blockchain no pueda ser vulnerada, que al hacer una transacción efectivamente el comprador dé al vendedor el dinero por el bien pagado y poder de convocatoria que le permita posicionarse y progresar. Se debe presenta un protocolo o White Paper, artículo no técnico que explica su sistema, cómo funciona, cuántas criptomonedas se crearán, cómo trabajarán los mineros y qué recompensas se les van a otorgar, entre otros aspectos, sin embargo, sus críticos más severos sostienen que en realidad es un negocio sofisticado tipo pirámide.

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