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El humo del tabaco genera afectaciones negativas a fumadores y personas a su alrededor

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Hasta hace un par de años, se estimaba que 19.7 por ciento de la población mundial consumía tabaco; un hábito creciente debido a la adicción generada por la nicotina, un alcaloide, que produce sensación de bienestar y permite la liberación de dopamina. La OMS estima que la exposición al humo del cigarro, de primero o segunda mano, causa cerca de 8.67 millones de defunciones anuales a nivel global

El consumo de cigarrillos por combustión genera humo cuya composición química es muy compleja, contiene al menos 4 mil 500 compuestos químicos diferentes, como alquitranes, metales e hidrocarburos sencillos y aromáticos policíclicos, de estos, 60 son considerados cancerígenos, que representan un factor importante en el desarrollo de enfermedades prevenibles y en la incidencia de padecimientos cardiovasculares o respiratorios

El monóxido de carbono generado durante la combustión incompleta del tabaco, se une a la hemoglobina, proteína transportadora de oxígeno en los glóbulos rojos de la sangre, para formar carboxihemoglobina incapaz de realizar dicho transporte. El consumo de cigarros por mujeres embarazadas provoca que el aporte de oxígeno al bebé en gestación disminuya interfiriendo en su desarrollo y causa nacimientos con bajo peso, cuyos efectos negativos serán permanentes.

La combustión del tabaco afecta al consumidor directo (humo de primera mano), pero también a las personas que están en su vecindad (humo de segunda mano) y los daños a la salud para los acompañantes son igual de severos (en 2019 causó la muerte de 1.3 millones de personas); estos efectos no cesan cuando el cigarrillo se apaga o consume totalmente, muchos de esos compuestos tóxicos se depositan en superficies de muebles, paredes, piso, ropa o cualquier objeto del entorno del fumador, incluso en su piel, pelo y prendas de vestir.

Las personas cercanas que entran en contacto con estos compuestos, los cuales se absorben por la piel, ingresan al cuerpo y son distribuidos por todo organismo, mediante el proceso denominado “exposición a humo de tercera mano” o “cuando el cigarro se apaga”, presentan consecuencias nocivas para su salud, aseguró Arnulfo Albores Medina investigador del Departamento de Toxicología del Cinvestav.

La acción de los compuestos del humo de tabaco no inhalado preocupa porque las moléculas producidas durante la combustión permanecen largo tiempo en el ambiente y sufren modificaciones en esa condición por oxidación o reacciones fotoquímicas, transformándose en nuevas sustancias cuya naturaleza, propiedades y efectos a la salud se desconocen.

Algunos compuestos que conforman el humo de tabaco tienen cierta reactividad e interactúan con biomoléculas, como proteínas y ácidos nucleicos, sin necesariamente causar problemas; sin embargo, en altas concentraciones y/o en mezclas, sí los pueden causar; muchos de ellos solo requieren que pocas moléculas entren al cuerpo en un momento propicio para alterar una célula y de no controlarse causará un daño que al tiempo desarrolle una enfermedad grave.

Por ejemplo, el arsénico contenido en ese humo genera cáncer que se manifiesta después de 30 años de la exposición; no todos los compuestos provocan los mismos efectos u ocurren al mismo tiempo; cada uno afectará al organismo de acuerdo a sus características químicas y a las de los individuos expuesto como género, edad, estado nutricional o de salud, entre otros, señaló Albores Medina.

El tabaquismo es un padecimiento social cuyo combate es una prioridad en temas médicos; en México el problema absorbe al menos 10 por ciento del presupuesto en salud que se destina al control de enfermedades que provoca, como: enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), problemas circulatorios, renales, reproductivos, pulmonares y diferentes tipos de cáncer, destacando el de pulmón.

Para el fumador y quienes lo rodean la probabilidad de enfrentar padecimientos crónicos es alta, además les genera repercusiones directas como disminución de su productividad; la familia enfrenta la necesidad de manejar a un paciente que impacta su salud, economía y calidad de vida.

Por lo tanto, es necesario diseñar un mayor número de estrategias que disminuyan con mayor efectividad el consumo de ese producto. Se puede considerar que las campañas actuales para prevenir el tabaquismo han tenido éxito, porque de 2007 a 2019 la adicción en la población mundial disminuyó 3.1 por ciento, avance significativo considerando la dificultad para abandonar este hábito, sostuvo Arnulfo Albores Medina.

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