Publicaciones

Conexión Cinvestav
/ Categorías: Boletin de prensa

Evalúan la toxicidad de líquidos generados por la basura en Yucatán

Image

En México se generan en promedio 865 gramos de residuos sólidos urbanos (comúnmente llamados basura) por persona al día; particularmente en Yucatán la cantidad es de 881 gramos, mismos que tras su descomposición producen líquidos contaminantes, conocidos como lixiviados, que pueden filtrarse hasta el subsuelo, afectando los mantos acuíferos.

La península de Yucatán alberga uno de los acuíferos más grandes y espectaculares del mundo; en vista de que no todos los sitios de disposición final de la basura cuentan con sistemas de contención de los lixiviados y que la toxicidad de estos varía dependiendo del tipo de desechos, su tiempo de degradación y grado de dilución, se requiere información de los posibles riesgos en torno a la seguridad hídrica, la salud de las personas y de los organismos acuáticos.

Carlos Alberto Puch Hau, investigador posdoctoral en el Cinvestav Unidad Mérida, encabezó un estudio para evaluar la toxicidad de los lixiviados generados en la ciudad de Mérida, Yucatán, sobre el desarrollo embrionario del pez cebra (Danio rerio).

“Se eligió a esta especie por ser un organismo modelo en los ensayos de toxicidad y porque cada etapa de su desarrollo embrionario puede ser apreciada claramente. Esto a su vez, permite evaluar parámetros como malformaciones, el latido cardíaco, la circulación sanguínea y otros indicadores morfológicos. Además, la información obtenida es una aproximación de los posibles daños para otros organismos, incluido el humano”, explicó Puch Hau.

Para llevar a cabo el estudio, publicado en la revista Bulletin of Environmental Contamination and Toxicology, los investigadores diluyeron el lixiviado hasta 500 veces con el fin de identificar hasta qué punto no hay efectos visibles en el desarrollo de los peces.

Image

Los resultados indican que el nivel de afectación en la etapa embrionaria del pez cebra depende del grado de dilución de los lixiviados; es decir, a mayor concentración el impacto también lo es.

“En los embriones expuestos se detuvo el desarrollo y se observaron malformaciones a nivel de los ojos, cola, columna vertebral e incluso la muerte en las concentraciones de lixiviados más elevadas”, dijo Puch Hau.

Los datos también sugieren que un litro de lixiviado podría tener la capacidad de contaminar hasta 500 litros de agua limpia, algo que se debe evaluar a detalle, destacó.

De manera adicional, como parte de este trabajo se determinaron las características fisicoquímicas del lixiviado, entre ellas su acidez (pH), la demanda biológica y química de oxígeno, el índice de biodegradabilidad, el nivel de nitrógeno y la cantidad de metales pesados (cadmio, plomo, cromo, entre otros).

“Cabe mencionar que los metales pesados son persistentes y al estar en constante contacto con ellos se acumulan en algunas partes del cuerpo, como los riñones y los músculos, generando distintas repercusiones en la salud de los organismos”, señaló Maribel Escalante Mañe, estudiante de doctorado de la Universidad Autónoma de Yucatán y primera autora del artículo.

Image

Agregó que en las muestras de lixiviado se identificaron compuestos nitrogenados y grupos funcionales aromáticos asociados con contaminantes altamente tóxicos como el amoniaco, del cual se sabe impacta al desarrollo, lo que explicaría los efectos observados en los embriones del pez cebra.

La relevancia del estudio radica en que contribuye a la comprensión de los riesgos ambientales asociados a los lixiviados, en especial en lugares vulnerables como la península de Yucatán cuyas características del suelo, conformado mayoritariamente por roca caliza, lo hacen permeable y facilitan la filtración de contaminantes a las aguas subterráneas.

Actualmente, México afronta diferentes problemáticas relacionadas con el abastecimiento de agua a la población, entre ellos, la sobreexplotación y la contaminación de los mantos acuíferos. Por lo cual es necesario continuar evaluando la toxicología de los lixiviados con miras a implementar estrategias para mitigar su impacto ecológico.

Además, es fundamental entender a profundidad los mecanismos a través de los cuales se producen afectaciones que interrumpen el desarrollo embrionario en el pez cebra y probablemente el de otros organismos, concluyeron Puch Hau y Escalante Mañe.

Puedes revisar el artículo original en este enlace: https://link.springer.com/article/10.1007/s00128-021-03237-0

Artículo anterior Estudio aporta datos para mejorar la gestión de los arrecifes de coral
Siguiente artículo Cinvestav alcanza su graduado número 16 mil
Print
2636