Conexión Cinvestav / lunes, 30 de junio de 2025 / Categorías: Boletin de prensa, Zacatenco, Computación Innovación con conciencia, el verdadero reto de la inteligencia artificial Cada vez que se interactúa con una inteligencia artificial como ChatGPT, no solo se hace uso de una herramienta digital sofisticada, también se consumen recursos naturales del planeta. Para entrenar modelos como GPT-3, se generaron 284 mil kilogramos de dióxido de carbono, lo que pone en evidencia que la operación de las tecnologías tiene consecuencias tangibles sobre el medio ambiente. Además, en lo que parece una simple conversación de 20 a 50 preguntas en línea con estas aplicaciones, se consume una cantidad significativa de agua (equivalente al gasto de una botella de 500 mililitros), para enfriar sus servidores. En este contexto, Carlos Coello Coello, investigador del Departamento de Computación del Cinvestav, ofreció una ponencia titulada “Del ajedrez al Nobel: pasado, presente y futuro de la Inteligencia Artificial”, realizada en el marco del Coloquio sobre Inteligencia Artificial en la investigación científica y el desarrollo tecnológico, que organiza El Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM. En dicho evento, el también miembro de El Colegio Nacional realizó un recorrido por los hitos clave en la evolución de la inteligencia artificial (IA), desde sus primeros logros simbólicos, hasta su consolidación como herramienta esencial en la ciencia contemporánea. Señaló que el avance de la IA ha transformado áreas clave como la salud, la educación, las finanzas, el transporte y la investigación científica. “Su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos, automatizar procesos y ofrecer soluciones inmediatas ha generado beneficios tangibles, y en el futuro, en la ciencia se espera lograr avances muy significativos”. En medicina, por ejemplo, se contará con tratamientos personalizados basados en ADN; en la educación, con estrategias educativas óptimas para cada estudiante; en las finanzas, permitirá a los bancos ayudar de forma más eficiente en tareas como detección de fraudes; y en el transporte, los vehículos autónomos se volverán más populares tanto para uso comercial como público. No obstante, a la par que genera soluciones, el aumento en la demanda de infraestructura digital ha elevado el consumo energético e hídrico, con efectos directos en el entorno natural. A ello se suman los cuestionamientos que van desde el temor de que los algoritmos basados en IA se salgan de control y atenten contra la humanidad, hasta las preocupaciones sobre el uso de datos personales, la falta de regulaciones claras y la transformación del empleo ante la automatización. En este sentido, el uso de la IA plantea un reto colectivo, la necesidad de generar marcos de regulación, límites éticos, prácticas responsables y conciencia sobre su implementación. “La IA general es un sueño algo inalcanzable, pues durante muchos años se ha intentado desarrollar un algoritmo capaz de realizar cualquier tarea con un solo entrenamiento, sin la necesidad de ajustes adicionales. Y aunque hay intentos como Gato, una red neuronal profunda multimodal desarrollada por DeepMind, no se está cerca de lo que se busca”, puntualizó Coello Coello. A pesar de su creciente popularidad y del optimismo de los especialistas del área (quienes prevén cambios significativos en los próximos años), también existen posturas críticas que advierten un posible declive de la IA. Sin embargo, mientras ese escenario se confirma o no, su influencia actual en múltiples sectores sigue creciendo. La Inteligencia Artificial no es buena ni mala por sí misma, es una herramienta, la clave radica en el uso que se le da. Como ha señalado Coello Coello, “las tecnologías de IA están diseñadas para potenciar la capacidad humana, no para reemplazarla”. Su verdadero valor dependerá de cómo se integren en la vida cotidiana y profesional con responsabilidad, con una visión ética, ambientalmente consciente y orientada al bienestar social. Artículo anterior Impulsando la creatividad y el futuro de México Print 25