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La megadiversidad de México puede ser una palanca de desarrollo con el uso de tecnología adecuada

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Se estima que en México existen 30 mil especies distintas de plantas, de las cuales 9 mil son endémicas del territorio nacional; es decir, no existen en otras latitudes. Esa megadiversidad podría ser una palanca de crecimiento y desarrollo del país, sobre todo para la población rural, de ser explotadas de manera adecuada.

Así lo consideró Alfredo Herrera Estrella, titular de la Unidad de Genómica Avanzada (UGA) del Cinvestav, durante el Simposio y panel de análisis Logros y Potencial de la Biotecnología Agrícola en México, organizado por la Sociedad Mexicana de Biotecnología.

De acuerdo con el investigador especializado en genómica vegetal, tal como ocurrió con los aportes de frijol, maíz, chile, jitomate, calabaza y otras especies, México podría contribuir con mayor número de cultivos agrícolas al mundo con el uso de tecnologías genómicas, sobre todo en aquellos productos endémicos que aún no son explotados.

Los recursos genéticos agrícolas del país, que abarcan especies de cultivos comerciales y sus parientes silvestres, no son explotados adecuadamente en la actualidad. Sin embargo, la obtención de la secuenciación del genoma de diversas especies puede ser una herramienta para mejorar la producción agrícola.

“Este recurso (el genoma de especies) constituye el avance biológico de la producción mundial de alimentos y de la seguridad alimentaria, por lo tanto, contribuye al desarrollo general de un país, no sólo en el aspecto económico”, subrayó Herrera Estrella.

Pero ese desarrollo es imposible sin el uso de la tecnología, aseguró, por eso propuso una exploración sistemática de la diversidad vegetal que tiene el país. Para ello es necesario descifrar gradualmente el genoma de las especies endémicas, y con esa información buscar el mejoramiento tradicional y tecnológico de los cultivos.

Así se podría buscar mejorar las características clave de las plantas cultivadas, como la tolerancia a sequía o la calidad nutrimental, que abre la posibilidad no sólo de explotarlos en el campo, sino también en otras industrias, por ejemplo, la cosmética.

El proceso de domesticación de los cultivos, que representó una selección genética por parte de hombre a través de miles de años, implicó la pérdida de variantes, presentes actualmente sólo en especies silvestres. El problema de esa selección genética es que sirvió para un entorno específico, pero si cambia, como lo está haciendo el clima actualmente, la selección podría ser la causa de la extinción de ese tipo de cultivo.

Ante esa posibilidad, Herrera Estrella refirió: si queremos tener opciones alimenticias para el futuro, es necesario rescatar esa información genética que sólo se encuentra en las especies silvestres. Así, es posible tener una biodiversidad genética almacenada en los bancos de germoplasma, los cuales pueden ser útiles para el fitomejoramiento de las plantas. Ese desarrollo tiene la capacidad de generar millones de dólares en ganancias y salvar muchas vidas.

“Lo que nosotros proponemos es secuenciar los recursos genéticos almacenados en los bancos de germoplasma y hacer estudios agronómicos y genómicos conectados a las comunidades que están creando estas variedades. La producción de nuevas plantas modificadas genéticamente se realiza en el mundo utilizando las tecnologías más avanzadas de mejoramiento, como la edición genómica. Es una tecnología que ahorra muchos años para poder obtener buenos resultados”, comentó.

Parte de ese trabajo ya lo han desarrollado diversos grupos de investigación del Cinvestav, como el caso de la obtención de la secuenciación genética del agave, aguacate, café, chile, frijol, frambuesa, zarzamora, papaya y vainilla, que son productos de alto interés comercial, pero a decir de Herrera Estrella, es necesario fortalecer las redes de investigación en torno a estos temas a fin de un aprovechamiento con mayores beneficios para el país.

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