Conexión Cinvestav / jueves, 30 de mayo de 2024 / Categorías: Boletin de prensa, Zacatenco, Toxicología Necesario implementar estrategias eficaces para reducir el consumo de tabaco El humo de tabaco es un proceso de combustión incompleta que genera miles de compuestos, muchos de ellos son tóxicos y hasta carcinogénicos, que una vez liberados al ambiente, se depositan sobre muebles, paredes, piso, ropa o cualquier objeto del entorno de la persona fumadora e incluso en ella misma, en su piel, pelo y prendas, afectando también a aquellos individuos que lo rodean. Dichos compuestos derivados de la combustión del tabaco pueden ingresar al organismo absorbiéndose a través de la piel o por la boca, posteriormente se transportan a todo el organismo mediante el torrente circulatorio y terminar uniéndose a sus moléculas. Este proceso se denomina: “humo de tercera mano”, cuyas consecuencias nocivas para la salud son numerosas, alertan científicos del Cinvestav. De acuerdo con Arnulfo Albores Medina, investigador del Departamento de Toxicología del Cinvestav, la toxicidad del humo del tabaco es tan compleja como el número de productos químicos que contiene, y resultan en numerosas patologías. Para el investigador, la exposición al humo que no es inhalado ni por la fumadora o el fumador activo ni el pasivo, es preocupante, pues las moléculas producidas por la combustión del tabaco permanecen en el ambiente durante mucho tiempo. Estas pueden sufrir modificaciones al oxidarse y transformarse en diferentes compuestos a los que les dieron origen, cuya naturaleza y efectos también se diversifica. El tabaco ocupa el primer lugar como agente causante de enfermedades prevenibles, su humo es una mezcla compleja que contiene alrededor de siete mil productos químicos y, aunque hasta el momento no se han estudiado todos, entre ellos se encuentran el cadmio, arsénico, benceno, tolueno, hidrocarburos aromáticos policíclicos; muchos de ellos clasificados como carcinógenos, además de nicotina, el compuesto responsable de la dependencia. Cada una de las siete mil moléculas tiene características propias, de tal manera que algunas son solubles en agua y otras en lípidos, por lo que tienen diferentes efectos en la salud. En este caso, el humo que queda en los objetos atraviesa la piel y se incorpora a la circulación sanguínea, porque la dermis permite el paso de compuestos lipídicos. Hay moléculas que tienen cierta reactividad y otras forman parte de nuestro organismo, y no necesariamente van a causar algún problema. Sin embargo, altas concentraciones de otros tóxicos y/o de sus mezclas, sí nos pueden dañar. Muchos de ellos, solo requieren que unas pocas moléculas entren al organismo en el momento propicio para que alteren a una célula y, si esta no puede controlarla, causa un daño tal, que con el paso de tiempo el individuo desarrolla una enfermedad grave. Por ejemplo, señaló Albores Medina, el arsénico que contiene el humo del cigarro genera cáncer de piel, pero pueden pasar hasta 20 o 30 años para que se manifieste. No todos los compuestos presentes en el humo del tabaco generan efectos similares, ni al mismo tiempo, pues cada uno afectará al organismo de acuerdo con sus características y a las particularidades de el o los individuos expuestos; por ejemplo, género, edad, estado de salud, nutricional, entre otros. El tabaquismo es un padecimiento social que representa una prioridad nacional en problemas de salud. En México representa un costo muy alto porque al menos 10 por ciento del presupuesto en salud se destina al control de enfermedades provocadas por el humo del tabaco como: enfisema, problemas circulatorios, renales, reproductivos, pulmonares y diferentes tipos de cáncer, destacando el de pulmón. Además, ocasiona grandes pérdidas económicas por la disminución en la productividad de las y los enfermos. Otros hábitos sociales son los vapeadores y la combustión de la mariguana, pues ambos liberan vapores o humo al ambiente, cuya composición es muy similar a la del humo de tabaco. Por ello es necesario diseñar estrategias más efectivas para disminuir el consumo de estos productos y prevenir las consecuencias que deriven de la exposición a ellos, enfatizó Arnulfo Albores. Artículo anterior 35 años a la vanguardia de los servicios genómicos Siguiente artículo Humo que mata Print 331