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Proponen criterios más rigurosos para clasificar carreras científicas

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Algunos reportes internacionales sobre programas educativos y formación de recursos humanos en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas colocan a México en un sitio prominente. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) lo cataloga entre los primeros cinco países donde más estudiantes escogen dichas áreas.

Según la OCDE, 32 por ciento de la población estudiantil de nivel superior en México optó en 2017 por una carrera relacionada con ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas (STEM por las siglas Science, Technology, Engineering, Mathematics). Pero otros datos del organismo revelan que 31 por ciento de los empleadores en estos sectores industriales tuvieron dificultades para encontrar personal calificado.

Así, se reporta una nutrida formación de personal pero déficits en las industrias. ¿Cómo explicar la discrepancia entre indicadores? Un análisis realizado entre 2011 y 2017 por expertos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) ofrece muchas respuestas.

En este estudio, correspondiente al Doctorado Transdisciplinario en Desarrollo Científico y Tecnológico para la Sociedad del Cinvestav, el investigador Eduard de la Cruz Burelo y su alumna Yara Pérez Maldonado encontraron que no existen criterios uniformes para clasificar a las carreras STEM.

Una consecuencia de esta situación es que resulta problemático hacer comparaciones internacionales fiables, ya que cada país desarrolla y aplica sus propias metodologías para definir tales indicadores.

Esta falta de homogeneidad en la clasificación se refleja en que 60 por ciento de los programas de estudios considerados dentro del rubro STEM no cumplen con los criterios para ello. Es decir, se clasifican así sólo por su nombre, pero en la mayoría de los casos no lo son, pues están enfocadas a cuestiones administrativas o sociales.

“Estudiamos este tema por su vínculo con la economía digital. Revisamos los datos de la OCDE, que emite un documento para valorar el panorama mundial en la materia, y resulta que esta organización le pide a cada país miembro que envíe sus datos, pero no le dice cómo; es decir, cada nación decide sus propios criterios”, comenta De la Cruz Burelo.

De esta forma el estudio, en el que también participa Claudia Marina Vicario Solórzano, de la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas del Instituto Politécnico Nacional, revela la necesidad de establecer un criterio homogéneo para definir qué es una carrera STEM.

Por ello, los científicos se dieron a la tarea de revisar las distintas definiciones sobre lo que constituye un área STEM, las currículas de este tipo de carreras, diversos estudios previos sobre el tema, así como indicadores y estadísticas de organismos mexicanos como la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies).

Los investigadores elaboraron una propuesta de criterio para clasificar correctamente a las áreas STEM, filtrar y homogeneizar los datos y así poder establecer comparaciones a nivel internacional. Esta metodología se basó en las definiciones y el contexto socio-histórico del desarrollo de este tipo de carreras. Luego aplicaron un estudio exploratorio utilizando los diferentes criterios de clasificación para mostrar las discrepancias.

“Nos encontramos con la sorpresa de que en México hay muchas carreras que se denominan como STEM, pero que al revisarlas a fondo tienen que ver más con cuestiones administrativas”, precisa De la Cruz Burelo, investigador del Departamento de Física del Cinvestav.

Detectaron que muchas carreras etiquetadas como STEM en el país en realidad corresponden, al revisar a detalle los contenidos de los respectivos programas de estudio, a profesiones que forman recursos humanos en otras habilidades de tipo gerencial, de las áreas administrativas o sociales.

Esta clasificación inapropiada basada solo en la denominación de las carreras, que no son realmente STEM (a las que los investigadores se refieren con más exactitud como Management-STEM) también fue observada en otros países de Latinoamérica al hacer extensivo este estudio.

“No tenemos nada en contra de estas profesiones, son muy respetables y necesarias para el desarrollo de la sociedad, pero observamos que no entran dentro de las definiciones de STEM”, aclara De la Cruz Burelo. Tener una clasificación confiable es vital porque el número de alumnos y carreras en estas áreas es un referente que con frecuencia utilizan los países para ponderar aspectos como el valor agregado de alguna actividad económica.

A nivel internacional también sería deseable tener criterios más rigurosos para clasificar programas STEM, pues con cifras más exactas, la OCDE podría emitir mejores recomendaciones y colocar a las naciones en el sitio que realmente les corresponde, sobre todo al compararlas con otras más desarrolladas, como ocurre con México.

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