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Revolución sostenible en la industria cafetalera mexicana

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Luz Mariana Pérez y Fernando Gamboa Roblero, productor de café, integrante de la Cooperativa.

México, considerado uno de los principales países productores de café orgánico en el mundo, al producir 36 mil 362 toneladas anuales de esta variedad, enfrenta una problemática creciente relacionada con los residuos generados durante su producción, debido a que alrededor de 90 por ciento del fruto del café es desechado, principalmente en forma de pulpa, lo que representa una fuente significativa de contaminación ambiental.

En este contexto, Luz Mariana Pérez Montoya, estudiante del Doctorado en Ciencias en Desarrollo Científico y Tecnológico para la Sociedad del Cinvestav, propone el aprovechamiento integral de los residuos provenientes de la industria del café, mediante el desarrollo de una alternativa basada en la bioeconomía circular cuyo objetivo es aprovechar los residuos en productos útiles y sostenibles, como cosméticos y materiales de construcción.

El fruto del café es como una cereza, para obtener el grano es necesario separarlo de la pulpa, que representa solo el 10 por ciento del peso de la fruta, la materia restante es descartada y arrojada a cuerpos de agua o a campos donde su descomposición puede provocar un problema fitosanitario o ambiental grave.

Los subproductos generados durante todo el proceso del café, desde su cultivo hasta su consumo, han demostrado poseer propiedades que podrían ser aprovechadas por distintas industrias. Por ello, la idea central del proyecto es emplear una biorrefinería sustentable que transforme la pulpa y otros residuos del café en productos de alto valor agregado, los cuales, además de aplicaciones en la industria biotecnológica y cosmética, también permitirían generar biocombustibles, una fuente de energía limpia que contribuye a reducir emisiones que contaminan el aire.

Del proceso de producción del café se derivan cuatro principales residuos: pulpa, mucílago, cascarilla y borra de café. Estos subproductos fueron sometidos a una caracterización química detallada para evaluar su potencial de transformación en recursos útiles. Los análisis revelaron que estos residuos pueden ser convertidos en biocombustibles como bioetanol, biogás y biodiésel, representando una alternativa sostenible y económica para el aprovechamiento de estos materiales.

Además, las propiedades antioxidantes de la borra de café permitieron su transformación en productos como una crema antioxidante y un champú exfoliante, lo que confirma su viabilidad para aplicaciones comerciales y de cuidado personal.

Por otro lado, la alta resistencia de la cascarilla de café, atribuida a su significativo contenido de lignina, la posiciona como un material adecuado para ser utilizado como componente en la fabricación de materiales de construcción.

Para alcanzar estos resultados, se emplearon técnicas experimentales a nivel de laboratorio, complementadas con simulaciones de procesos. Estas metodologías no solo validaron las aplicaciones propuestas, sino que también optimizaron los procedimientos a fin de maximizar la eficiencia y minimizar el impacto ambiental. Este enfoque integral demuestra el potencial de los residuos del café como recursos valiosos en diversas industrias, alineándose con los objetivos de economía circular y sostenibilidad.

El proyecto, respaldado por una cadena mexicana de restaurantes, tiene implicaciones ambientales, sociales y económicas, pues no solo busca mitigar los efectos de agentes contaminantes, sino también generar oportunidades de mayor bienestar para las comunidades caficultoras en México, reconocidas mundialmente por su producción de café de especialidad y por representar un pilar para el desarrollo de muchas comunidades rurales, particularmente en estados del sur.

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Luz Mariana Pérez y José Verdugo Méndez, líder productor de café de la Cooperativa “Productores Orgánicos del Tacaná”.

“Contamos con la asistencia de la cooperativa Productores Orgánicos del Tacaná, en Chiapas, lo que permite que las soluciones propuestas se alineen con las necesidades de los caficultores y tengan un impacto directo en las comunidades”, señaló Pérez Montoya.

A través de esta colaboración, se ha logrado diseñar un modelo que considera la rentabilidad económica de los subproductos y promueve prácticas agrícolas más responsables con el ambiente; así, al aprovechar los residuos del café, se abren nuevas posibilidades para las y los caficultores, quienes pueden obtener ingresos adicionales a partir de lo que normalmente sería desechado.

Por otro lado, el precio que se paga por el café muchas veces no es suficiente para cubrir los costos de producción o garantizar una buena calidad de vida a los caficultores. Ante este reto, la implementación de este proyecto, impulsado por Pérez Montoya y asesorado por Cecilia Bañuelos Barrón, investigadora del Cinvestav, representa un avance hacia una caficultura más sostenible, capaz de generar ingresos adicionales para las y los caficultores al diversificar las fuentes de ingresos más allá de la venta del grano.

Además, la implementación de este modelo de aprovechamiento integral se suma a un esfuerzo más amplio por mejorar las condiciones operativas en la caficultura mexicana.

Si bien el proyecto se encuentra en una fase de desarrollo teórico experimental, se espera que, con el tiempo, esta propuesta pueda replicarse en otras regiones caficultoras del país, beneficiando a una mayor cantidad de productores, porque este tipo de iniciativas, son una muestra de cómo la innovación tecnológica puede contribuir a la mejora de las condiciones de vida en las comunidades rurales y a la preservación del ambiente.

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