Conexión Cinvestav / miércoles, 10 de abril de 2024 / Categorías: Boletin de prensa, Genómica Avanzada Tras los rastros del origen y la diversificación del maíz La paleogenómica es como una máquina del tiempo con la cual es posible encontrar rastros del pasado y entender, por ejemplo, aspectos de lo ocurrido en torno al maíz hace 5 mil años en el Valle de Tehuacán (en Puebla) o en Perú. Poder descubrir estas historias y contribuir a descubrir otras más antiguas y publicar acerca de ello en revistas de relevancia internacional, es lo que motiva a Miguel Vallebueno Estrada, graduado de la Unidad de Genómica Avanzada del Cinvestav (UGA), a continuar en el camino de la investigación. Vallebueno Estrada estuvo interesado en entender el pasado desde temprana edad, en especial cuando siendo niño un grupo arqueológico trabajó en Durango, su estado natal, y se pusieron en contacto con su padre, quien era historiador. Esa relación profesional sirvió para que, con solo 13 años, acompañara a varios estudiantes de posgrado que estaban en ese proyecto en sus expediciones. Después tuvo la oportunidad de ir a Ciudad de México, al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde conoció al profesor Óscar Polaco, quien estaba relacionado con las ciencias biológicas y la paleontología, y eso fue lo que le impulsó a estudiar algo relacionado con la ciencia. Vallebueno Estrada estudió la carrera de Biología en la Universidad Autónoma de Nuevo León (2005-2009), al terminar la licenciatura comenzó a trabajar para el Centro INAH Durango, en donde tenía acceso a diversos materiales biológicos y pudo extraer ADN de muestras de personas que habitaron el antiguo Valle del Guadiana, pero no sabía cómo analizarlas. Ante esta situación buscó algunas opciones y encontró que en la UGA del Cinvestav se ponía en marcha el primer laboratorio de ADN antiguo del país, por lo cual decidió hacer una estancia de investigación. Tras ser aceptado en uno de los laboratorios de la UGA, donde aprendió de distintos temas de biología molecular, se desarrollaron diversos trabajos en colaboración con el INAH, relacionados con el estudio de los restos arqueológicos del maíz e identificar cuál era el centro de domesticación de este cultivo. Así, se logró una colaboración con el arqueólogo Ángel García Cook, “me incluyeron como parte de un proyecto y empecé mi maestría en Cinvestav (2011-2014), con la tutoría de Rafael Montiel Duarte y Jean Philippe Vielle Calzada, ambos investigadores de la UGA. En este trabajo logramos extraer ADN de los maíces más antiguos que se tenían en el país. Las muestras eran del Valle de Tehuacán, en Puebla, y tenían alrededor de 5 mil 600 años, se logró identificar una variación genética, la cual no era propia del maíz que conocemos sino de un ancestro, publicamos este trabajo en 2016 en la revista PNAS, después de eso seguimos con los análisis para aprender más de estas muestras y así fue como inicié el doctorado”, recordó Vallebueno Estrada. Durante esta etapa (2015-2019) se enfocó en el estudio de las muestras de un sitio arqueológico llamado Paredones, cerca de la ciudad de Nazca, y de Huaca Prieta, ambas ubicadas en Perú, esto gracias a la colaboración con el arqueólogo Tom Dillehay, adscrito a la Universidad Vanderbilt en Estados Unidos. Ese trabajo reveló que las muestras de maíz de Paredones tienen una edad de alrededor de 6 mil 800 años y su origen es el mismo que el de las obtenidas en la cuenca del Balsas (que comprende porciones de los estados de Guerrero, Jalisco, Estado de México, Michoacán, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y la totalidad de Morelos), también fue posible inferir una segunda migración de los maíces que fueron de México hacia Sudamérica hace 6 mil años. Después se fue a Austria para realizar un posdoctorado en el Gregor Mendel Institute of Molecular Plant Biology, esto con la idea de expandir el conocimiento de las adaptaciones de los maíces de cada región. Es de destacar que en esta institución tuvo acceso a una gran colección de muestras, lo cual le permitirá intentar resolver diversas preguntas respecto de dicho cultivo, por ejemplo, qué hace único a un maíz de hace 3 mil años de la cuenca del Balsas en comparación con uno de menor edad presente en el norte de México. Mientras realizaba el posdoctorado, mencionó, lo contactaron para establecer una colaboración que dio origen al artículo “Two teosintes made modern maize”, publicado en Science en noviembre de 2023, la participación consistió en darles acceso a las muestras de los maíces de Paredones, Perú. “Lo anterior sin duda fue un motivo más para seguir estudiando el maíz y entender cómo las distintas poblaciones humanas fueron moviendo las semillas de este cultivo a través del tiempo y por todo el continente, me interesa, también, con este tipo de investigación reconocer a las personas del pasado, a la cadena de agricultores que hicieron cruzas a fin de conseguir un mejor sabor, color, resistencia a diversas circunstancias ambientales, entre otros”, dijo. Respecto del tiempo como estudiante en el Cinvestav, señaló que los servicios de secuenciación de la UGA lo ayudaron a adquirir experiencia con esas tecnologías y a llevar a cabo sus proyectos. Además, tuvo la oportunidad de asistir a congresos internacionales, realizar estancias de investigación en Alemania e Inglaterra y publicar ocho artículos científicos. En cuanto a sus planes a futuro, uno de los objetivos de Vallebueno Estrada es seguir trabajando con los maíces mexicanos para tratar de contar las historias de adaptación y de flujo genético a través del tiempo; además de lograr consolidar su línea de investigación, establecer su grupo de trabajo y poder colaborar con el Cinvestav. Artículo anterior Bajo la sombra Siguiente artículo Conoce la historia de la sección de Bioelectrónica Print 564