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Una noción romántica con base científica explicando el desamor

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José Alonso Fernández Guasti, Departamento de Farmacobiología

Aunque las películas, los cuentos e incluso novelas literarias retratan un tipo de amor romántico que crea expectativas e inculcan patrones de comportamiento, esto por la cultura, forma de pensar, ideas preconcebidas y aprendidas, la realidad es que las relaciones personales son complejas y contrastantes, lo cual podría ser perjudicial cuando el desamor toca a la puerta. 

Cuando alguien está bajo los efectos del amor, pasa por una situación de euforia que altera su sistema nervioso central cerebral al aumentar los niveles de dopamina. En general, el enamoramiento es una sensación retribuyente, la cual causa placer a los individuos que lo experimentan y está mediado por un sistema de recompensa a nivel cerebral, por eso, las y los científicos dicen que se asemeja al consumo de una droga. 

Decir que enamorarse da lugar a respuestas biológicas, como la perpetuación de la especie, es acotar este sentimiento, pues se involucran emociones relacionadas con la motivación de la persona a buscar una pareja con la finalidad de sentirse querida, valorada, deseada o respetada.  

La ciencia explica que el enamoramiento es un proceso bioquímico cuyo inicio se da en la corteza cerebral, pasa al sistema límbico (encargado de mediar las emociones) para llegar a su cumbre en el sistema endocrino, donde las hormonas segregadas producen intensas respuestas. 

Además, en el cerebro ocurren cambios, tanto en los neurotransmisores serotonina, dopamina, oxitocina y vasopresina, como en el aumento de liberación de adrenalina que estimula la frecuencia cardiaca y disminuye el tránsito gastrointestinal. 

En contraparte, el desamor también desencadena reacciones bioquímicas a nivel cerebral. Se sugiere que es en la amígdala cerebral donde ocurren cambios importantes después del rompimiento amoroso, pues esta área forma parte de lo que se llama cerebro emocional, dado que una de sus funciones es la de generar el miedo, la angustia, el cariño, la alegría y la excitación.  

Incluso, a través de la resonancia magnética se ha comprobado que la corteza cingulada anterior del cerebro, encargada de activar el dolor físico, es estimulada. Es decir, existe un comportamiento similar al que genera un dolor de alta intensidad, como romperse una pierna. 

Algunos autores han postulado que durante el enamoramiento se producen muchos neurotransmisores en la amígdala y, cuando la persona sufre una separación amorosa, estos experimentan un desequilibrio.   

Después del rompimiento amoroso también hay cambios endocrinos como la liberación de cortisol, la hormona del estrés que, al mantenerse elevados por varios días, puede ocasionar incrementos en la presión arterial, insomnio, gastritis, espasmos musculares y una disminución de las defensas.  

El desamor también incluye la disminución en los niveles de dopamina, lo que a su vez provoca síntomas asociados con la depresión como pérdida de la capacidad para experimentar placer, desesperanza, disminución de peso, trastornos de sueño y dolores físicos. 

Es importante señalar que el desamor además de afectar en gran medida al cerebro, también es capaz de romper el corazón, no solo en el sentido figurado. Se trata de la miocardiopatía de Takotsubo, una lesión transitoria del músculo del corazón que puede presentarse en personas saludables después de una exposición a una situación de intenso estrés. En general, los pacientes con esta afección mejoran en un plazo de entre siete a 30 días, pero en pocos casos puede ser tan grave como para llevar al paciente a la muerte.  

Así que cuando termines una relación y sientas cómo te rompieron el corazón, no estás exagerando; pero lo recomendable es hacer ejercicio, salir con amigos y aprender cosas nuevas, pues eso genera endorfinas, lo que ayuda al cerebro a estabilizarse. 

Por: Salma Rivera 

Asesoría: José Alonso Fernández Guasti, Cinvestav Sede Sur.

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