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Enfermedad de Chagas requiere mayor difusión para prevenir incremento de casos

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La enfermedad de Chagas, causada por el parásito Trypanosoma cruzi, se transmite principalmente a través de las heces u orina de insectos triatominos (conocidos como chinches) que se alimentan de sangre. Es uno de los padecimientos tropicales desatendidos, es decir, que reciben poco presupuesto de los gobiernos para la vigilancia epidemiológica y escasa atención por empresas farmacéuticas para la mejora de los tratamientos terapéuticos y preventivos, que impactan a 7 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud.

Tradicionalmente se ha considerado que la enfermedad estaba confinada a las zonas rurales de América Latina; sin embargo, debido a la movilidad de la población y la expansión urbana que invade los espacios naturales en los que habita la fauna silvestre ha ocasionado que los entornos urbanos sean zonas con infestación de vectores.

En este contexto, Carlos Ibarra Cerdeña, investigador del Cinvestav Unidad Mérida y Alba Valdez Tah, investigadora postdoctoral de la Universidad Nacional Autónoma de México, publicaron un artículo en la revista científica PLOS Neglected Tropical Diseases, bajo el título “A literature review of Chagas disease risk in California 1916-2018”, con el objetivo de conocer si la migración humana fungía como principal componente de la transmisión de chagas.

Su investigación se centró en los casos de infección autóctona en Estados Unidos (principalmente en el estado de California), los cuales no se rastrean con precisión y como ocurre en América Latina, donde el índice de sospecha es mucho mayor, la fase aguda en individuos inmunocompetentes, aquellos capaces de producir una respuesta inmunitaria normal, puede pasar sin diagnosticarse ni detectarse entre los residentes.

Aunque el rol que la migración latinoamericana ha tenido en la epidemiología de Chagas en Estados Unidos ha sido tradicionalmente enfatizado, en el trabajo publicado se evidencia el riesgo autóctono. Es decir, existen condiciones ambientales para la transmisión local y hay reportes en la literatura consultada que demuestran que el contacto entre habitantes de California y los vectores ocurre con cierta frecuencia. Además, se ha reportado la presencia de animales silvestres que viven en las proximidades de las poblaciones humanas, infectados con Trypanosoma cruzi. Esto significa que tanto vectores como reservorios del parásito coexisten con los habitantes de California.

“Nuestra revisión muestra evidencia de que la evaluación actual del riesgo para la salud pública entre los residentes de California no contempla información generada por la comunidad científica sobre el tema. En segundo lugar, no existe un programa de detección de rutina a nivel de atención primaria y el tamizado de donantes de sangre no es adecuada para detectar T .cruzi entre residentes”, señaló Ibarra Cerdeña.

En este sentido, los esfuerzos actuales se dirigen a los inmigrantes latinos, por lo tanto, es posible que las infecciones autóctonas pasen desapercibidas. Debido a que los médicos desconocen el riesgo local, no animan a los pacientes a hacerse pruebas para detectar al parásito y consecuentemente se subestiman los casos de Chagas.

La atención de la enfermedad se centra principalmente en la detección del banco de sangre, la donación de órganos y la transmisión vertical (de madre a hijo). Sin embargo, este tipo de detección pasiva no permite la detección temprana, que es clave, pues los pacientes con infecciones crónicas ya enfermos tienen menos probabilidad de curarse. No obstante, el tratamiento en la fase aguda tiene un mejor pronóstico.

De acuerdo con Ibarra Cerdeña, la prevención de infección por Trypanosoma cruzi es posible, pero se requiere de una evaluación crítica y precisa en puntos de intervención como el modelado espacial del patrón de ocurrencias de triatominos; la dinámica y mecanismos de transmisión; identificación de fuentes de sangre de los vectores; reconocimiento de cepas circulantes; programas sistemáticos a gran escala de vigilancia activa, recopilación rigurosa de datos y educación médica continua sobre riesgo de infección, diagnóstico y tratamiento. 

Por ello, el especialista del Cinvestav ha implementado un proyecto de Ciencia Ciudadana denominado “Observatorio Ciudadano de Vectores en Mérida”, con el fin de documentar la presencia de los transmisores de la infección y que las personas que viven en ese sitio estén conscientes de que los vectores están cerca, de cuándo son más frecuentes y que sepan si los insectos detectados en su casa están infectados

“Lo que hacemos es ponernos en contacto con la gente que detecta un vector en su casa, nos acercamos a ella, les contamos sobre la enfermedad de Chagas para que estén enterados y recolectamos a los insectos para analizarlos e informar si están infectados” puntualizó el investigador.

Por lo que, se busca mejorar el conocimiento local sobre epidemiología, ecología y los criterios de promoción de la salud pública para generar conciencia y brindar una mejor percepción a los residentes, médicos y turistas sobre el riesgo para la salud.

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