Conexión Cinvestav / martes, 31 de marzo de 2020 / Categorías: Boletin de prensa Estudian la ansiedad desde la perspectiva biológica para mejorar su tratamiento Durante momentos de incertidumbre, como para algunos lo es esta contingencia sanitaria, las personas pueden presentar episodios de ansiedad y ver afectadas sus actividades cotidianas o su salud. En lo que respecta a México, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en 2007 la prevalencia a este tipo de trastornos, a lo largo de la vida, era del 4.3 por ciento. La ansiedad, caracterizada por un sentimiento de preocupación o temor, es un mecanismo de alerta que prepara al cuerpo para enfrentarse al peligro. Pero se considera una enfermedad cuando la intranquilidad es crónica e induce respuestas exageradas hacia estímulos del ambiente que no representan riesgo, dijo Carolina López Rubalcava, del Departamento de Farmacobiología del Cinvestav. Si bien las causas de los trastornos de ansiedad son diversas, los acontecimientos traumáticos y el estrés son un factor. Los principales síntomas fisiológicos incluyen palpitaciones, tensión muscular, falta de aliento, mareos, malestar estomacal, sudoración, temblor, opresión en el pecho, entre otros. Algunos aspectos para identificar si una persona tiene ansiedad patológica son: la intensidad del estrés que experimenta el afectado, la duración de la respuesta ansiosa y el grado de discapacidad significativa en la actividad social, ocupacional, educacional o en la salud, señaló la experta del Cinvestav. Desde el enfoque neuroquímico, área en la que se desempeña la investigadora, se sabe que el sistema GABAérgico (conformado por el ácido gamma-aminobutírico y un conjunto de receptores), así como la serotonina y la noradrenalina, participan en el proceso de ansiedad en el organismo; aunque, existen otras sustancias involucradas de las que se desconoce su papel. De ahí la relevancia de entender a profundidad las bases biológicas de la ansiedad, en especial para estudiar nuevos compuestos que podrían proponerse como ansiolíticos, destacó la integrante del Sistema Nacional de Investigadores. En cuanto a los fármacos utilizados en el tratamiento de la ansiedad, las benzodiacepinas actúan en los receptores GABA-A, pero su consumo produce tolerancia y dependencia; mientras que los antidepresivos serotoninérgicos conllevan varios efectos colaterales. Razón por la cual diversos grupos de investigación trabajan en el desarrollo de medicamentos con propiedades ansiolíticas y contraindicaciones mínimas o nulas. Así, López Rubalcava ha evaluado el potencial ansiolítico de plantas medicinales a fin de corroborar su efectividad y determinar posibles contraindicaciones, para ello se enfocó en el toronjil morado, blanco y azul. A través de pruebas experimentales comprobó que todos poseen efecto ansiolítico; sin embargo, éste difiere entre cada uno. Esto es relevante si se toma en cuenta que de la variación de los principios activos podría depender la severidad de sus efectos colaterales. Además, analizó la planta Montanoa tomentosa (arbusto conocido como zoapatle), que resultó ser un ansiolítico eficaz en diversos modelos animales, incluidos los que tratan de reproducir la menopausia y el trastorno disfórico premenstrual. Aunque M. tomentosa mostró efectos ansiolíticos sobre el sistema GABAérgico (que regula la excitación y la inhibición neuronal), incluso en condiciones donde las benzodiacepinas no funcionan, la especialista se encuentra profundizando los estudios a fin de entender los mecanismos de acción de los compuestos de esta planta. En lo que se refiere a la metodología, ésta consistió en analizar la relación dosis-respuesta de los extractos de las plantas administradas oralmente en los modelos animales de varios tipos de ansiedad. Lo anterior con el propósito de saber en cuál de ellos podría funcionar cada compuesto; estas pruebas experimentales también dan indicios de los mecanismos de acción involucrados y de los posibles efectos colaterales. Cabe destacar el estudio se realizó en condiciones controladas y todavía se requiere más investigación para desarrollar, a partir de plantas, nuevos compuestos estandarizados (cuya concentración sea siempre la misma), de los que se tenga comprobada su seguridad, calidad y eficacia, resaltó Carolina López Rubalcava. Artículo anterior Los virus son genes encerrados en una cápsula de proteína, aislados no causan daño Siguiente artículo Cinvestav diseña microchip para dispositivo de prueba rápida de COVID-19 Print 10964