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Las emociones generadas en el cerebro son motivadas por el entorno social

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Pamela Loera García, posdoctorante en el Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, durante su participación en la Semana del Cerebro.

En ocasiones, las emociones colectivas expresadas por el cerebro son generadas a propósito por instituciones de poder, con el objetivo de que las comunidades se comporten y sientan de una manera particular, sostuvo Pamela Loera García, posdoctorante en el Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav, durante su participación en la Semana del Cerebro.

Como parte de su conferencia denominada “El cerebro emocional y su historia”, Loera García señaló que ese órgano responde a ciertas instituciones de poder, a lo que llamó regímenes emocionales, generadores de emociones colectivas, creadas por sistemas políticos, religiosos, económicos o artísticos, los cuales operan para moldear nuestra identidad, desde la infancia hasta la edad adulta.

La también historiadora de la medicina y de las emociones sociales, puso como ejemplo lo sucedido en México durante el siglo XIX, en el caso de la emoción de amor, cuando ante la situación bélica, de confrontación y convulsa del momento, el estado emprendió estrategias para fomentar en las personas la protección a la nación, sembrar la paz y despertar el amor a la patria.

Durante ese periodo, lo mismo sucedió con la emoción del miedo ante los problemas de salud que provocaba la infección por sífilis en la población, llamada y difundida por el estado o los médicos como “la peste moderna”, con el propósito de generar temor entre la sociedad por mantener relaciones sexuales antes del matrimonio y, a través del temor, controlar los contagios de la enfermedad entre la comunidad.       

La investigadora sostuvo que observar al cerebro como la cuna de las emociones es algo muy reciente, porque en la antigüedad se pensaba en el corazón como fuente de las pasiones, afectos y sentimientos, creencia que aún perdura en algunas personas. Sin embargo, desde la segunda mitad del siglo XX se identificó en el cerebro el circuito de las emociones, y el neurocientífico Paul McLean lo bautizó como sistema límbico, también conocido como cerebro emocional.

El sistema límbico activa procesos bioquímicos neuronales muy sofisticados que permiten a las personas generar, expresar y controlar sus emociones, pero en esa acción intervienen los aspectos sociales; el cerebro emocional se activa porque algo del entorno lo motiva, invita o lo condiciona a sentir y a generar, emociones.

El entorno hace que el cerebro empiece a hacer su “magia”, es decir, las emociones actúan en función del contexto, como la cultura musical, la organización familiar, la tecnología o el sistema escolar, que son muy importantes para el despertar de las emociones, las cuales pueden desencadenar sentimientos de orgullo, felicidad o miedo, entre otros.  

Para la activación de las emociones en el cerebro se debe hablar de un entrecruzamiento entre sus dos mitades: los elementos fisiológicos integrados en el sistema límbico y las diferentes reacciones que el cuerpo desencadena, con sus componentes socioculturales, ¿cuál de las dos partes es la más importante?, ninguna, porque una no puede existir sin la otra, señaló Pamela Loera.

En el pasado el cerebro de las personas se ha emocionado por razones muy diferentes a las del presente, es decir, el ser humano tiene una capacidad innata para experimentar esos sentimientos, son los elementos objetivos del cerebro emocional del sistema límbico, sin embargo, el entorno sí cambia las emociones y el porqué también es algo que responde a la historia.

Además, Pamela Loera García expuso que la infancia y la adolescencia no son solo etapas biológicas, también representan experiencias sociales complejas donde la educación emocional participa en la construcción del “yo”, en esta etapa las emociones no simplemente se sienten y quedan atrás, porque a veces ayudan a definir todo lo que somos, las decisiones a tomar o las acciones a realizar en la vida; “las emociones no son solo un asunto de sentirlas, también intervienen en cómo nos colocamos de una manera determinada en el mundo”.

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