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Un nuevo estímulo puede reactivar la actividad sexual saciada

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Elisa Ventura Aquino y J. Alonso Fernández Guasti

Hacia 1923, cuando John Calvin Coolidge fue presidente de Estados Unidos, en una visita a una granja avícola, su esposa observó que ponían a copular a las gallinas con diferentes gallos; preguntó si un macho se usaba muchas veces, le respondieron que sí, porque el animal lo puede hacer todo el día; el mandatario, a su vez, preguntó si lo hacía con la misma gallina y la respuesta fue negativa.

El suceso despertó mucho interés en esa actividad y dio origen al denominado Efecto Coolidge, que describe cuando un macho “saciado o cansado” sexualmente, reanuda su actividad sexual al presentarse una nueva hembra receptiva y desconocida para él.

Elisa Ventura Aquino realizó su tesis doctoral en el Cinvestav, con el propósito de observar si el Efecto Coolidge se presentaba en hembras, empleando un modelo animal de ratas. Puso a una hembra a copular muchas veces con un mismo macho, a fin de medir aspectos del comportamiento sexual, como el arqueamiento de la columna vertebral para mostrar la pelvis y permitir la penetración del pene, además de las conductas de invitación a la cópula.

La conclusión más importante del trabajo fue mostrar que el Efecto Coolidge también existe en hembras. Es decir, las hembras “se cansan” de copular con el mismo macho y reanudan la actividad sexual cuando se exponen a un estímulo novedoso.

“Se ha demostrado que la frecuencia y la intensidad de este efecto es mayor en los machos (incluidos los varones); en hembras (mujeres) hay mucha más controversia, sin embargo, parecería haber una suerte de habituación, pero más lenta que en el caso de los varones”, explicó Alonso Fernández Guasti, investigador del Departamento de Farmacobiología del Cinvestav y líder del proyecto.

También se analizaron conductas de las hembras previas a la cópula, para saber qué tanto permanece la invitación al acto sexual y se observó un declive en ellas conforme pasa el tiempo. En pruebas de elección, la hembra cambia su conducta y hace esfuerzos por tener acceso a machos novedosos, desconocidos para ella.

Los resultados indican la existencia de motivación sexual en las hembras, además de un interés por individuos sexualmente novedosos; estos resultados terminan con el mito de que en las hembras no existe la motivación sexual. La motivación sexual es particularmente importante en la hembra ya que genera lubricación vaginal que permitirá una cópula exitosa.

A pesar de que los resultados en modelos animales dan indicios de lo que puede ocurrir con mujeres, ni los resultados ni sus interpretaciones se pueden extrapolar directamente a los seres humanos, debido a que la sexualidad humana tiene componentes muy diferentes.

En la mayoría de las especies, incluido el ser humano, la hembra y el macho pueden invitar a la cópula. Para muchas especies tiene mucho sentido que sea la hembra la que promueva el contacto sexual ya que existe una característica biológica particular que se asocia a la reproducción, es decir, no tiene sentido que la hembra copule en sus etapas no fértiles, porque la conducta sexual solo se asocia con la reproducción. Naturalmente no es el caso de los seres humanos en los que la cópula tiene un fuerte componente afiliativo y recreativo.

La importancia de emprender este estudio reside en conocer la fisiología de la respuesta sexual en animales y encontrar puntos de posibles coincidencias con los humanos. Además, este tipo de estudios permiten desarrollar buenos modelos animales para poder probar fármacos para tratar las disfunciones del deseo sexual, señaló Fernández Guasti.

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