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Rogelio Lozano Leal. Investigación de altos vuelos
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Rogelio Lozano Leal. Investigación de altos vuelos

Desde los 14 años, Rogelio Lozano Leal tomaba cursos por correspondencia de electricidad, metrología y electrónica. Tenía un gusto particular por todo lo que se refería a circuitos electrónicos. Su mayor diversión consistía en armar y desmontar una alarma o un radio de transistores. Actualmente es director de Investigación en el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS, por sus siglas en francés).

Luego de estudiar la carrera de Ingeniería en Electrónica y Telecomunicaciones en el Instituto Politécnico Nacional, decidió continuar su vida académica en el Cinvestav, institución con la que ya había tenido acercamiento antes de culminar su ingeniería, al realizar el servicio social y sus prácticas profesionales.

Trabajó en el laboratorio de los investigadores Hugo Aréchiga Urtuzuástegui y Pablo Rudomin Zevnovaty, adscritos al Departamento de Fisiología, Biofísica y Neurociencias, midiendo los impulsos de unos acociles: “Yo no veía la parte de biología, sino me enfocaba en los transistores y circuitos que permitían la medición de señales de baja potencia”.

Este apasionado de la electrónica y los circuitos también colaboró en el laboratorio de Joaquín Remolina López, fundador de la Sección de Bioelectrónica del Cinvestav, quien estaba dedicado a hacer la unidad de cuidados intensivos para una institución de salud del país. “Su política era tratar de hacer todo en México. Elaborábamos desde los contactos hasta las tarjetas de circuitos; fue una experiencia y un aprendizaje muy grande”. Lozano Leal todavía recuerda el enorme laboratorio donde el profesor diseñaba y desarrollaba desde los tubos de rayos catódicos hasta los monitores de televisión, cuestión que en aquel tiempo era todo un reto en electrónica.

“Cuando iba con él aprendía algo diferente, era como un ‘Ciro Peraloca’ (el personaje de Disney). El profesor Remolina tenía la inquietud de construir circuitos integrados, aunque en aquel tiempo se decía que México no estaba capacitado para hacer esa tecnología; sin embargo, él hizo en un salón un circuito a escala y luego lo generó en miniatura. Puede sonar polémico, pero él llegó a decir que construyó en el Cinvestav los primeros circuitos integrados del país y es un orgullo haber formado parte de esa historia”.

Para él realizar el posgrado en el Departamento de Ingeniería Eléctrica en el área de Control Automático le ayudó a expandir sus horizontes, primero porque “había mucha libertad de creación, pero al mismo tiempo eso nos generaba mayores responsabilidades. Al estar en el Centro tuve acceso a las primeras computadoras digitales en México, llegadas a mediados de la década de los 70, llamadas PDP-12, que estaban en el laboratorio de Pablo Rudomin”.

La cooperación y el intercambio internacional que siempre han caracterizado al Cinvestav, le ayudaron a entrar en contacto con profesores de origen francés durante su maestría y dejaron la inquietud por conocer aquel país, lo que más adelante lo llevaría a su destino profesional y académico.

Estudió su doctorado en Control Adaptable en el Instituto Politécnico de Grenoble, Francia. Después realizó dos estancias: una en 1984 en la Universidad de Newcastle, cerca de Sidney, Australia, junto a Graham Goodwin, uno de los investigadores más reconocidos en el campo del control adaptable; y en 1987 estuvo en el NASA-LaRC (Langley Research Center), colaborando en su área de expertise.

En 1990 ingresó al CNRS, donde alcanzó el grado máximo como investigador tras 13 años de haber pasado por la dirección del Laboratorio Heudiasyc, de realizar diversas publicaciones y conducir varios proyectos, como el de alargar el tiempo de vuelo de un cuadrirrotor, trabajo realizado con el Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional de Francia, o de colaborar con importantes instituciones como la Dirección General del Armamento (DGA), que requerían un miniavión capaz de despegar verticalmente.

Gracias a su experiencia y capacidad, el CNRS lo nombró director de la primera Unidad Mixta de Investigación (UMI) de México en cómputo y control automático, la cual fue instalada en el Cinvestav en 2008. Este laboratorio es auspiciado por el gobierno francés y es el único que trabaja en dichos temas.

El desarrollo de drones, aviones, exoesqueletos, minisubmarinos y la creación en años recientes de su propia maestría y doctorado llamado SANAS (Sistemas Autónomos de Navegación Aérea y Submarina) es para la UMI, dirigida por Rogelio Lozano, uno de sus mayores logros. “Necesitamos desarrollar nuestra propia tecnología, porque si seguimos esperando a que venga del exterior, no sólo será más cara, sino será imposible estar preparados sin tener conocimiento de lo que es realmente óptimo”.

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